lunes, 20 de junio de 2011

Gagá

Si una cosa está clara en esta vida es que el ser humano tiende a acomodarse aplicando la ley del mínimo esfuerzo e intentando conseguir grandes beneficios sin mover un solo dedo. Esta tendencia a lo fácil nos va atolondrando física e intelectualmente hablando: quién no ha usado alguna vez los estupendos "Haceabdominales" de la Tienda en casa, el cepillo de dientes eléctrico Oral B, leído esas grandes novelas tipo Eclipse, revistas tan elocuentes como Cuoreycompañía o pasado la tarde viendo los interesantísimos Sálvame, Diario de.. etc, etc? Lo malo de todo esto es que una vez te acostumbras a lo simple, te ves incapaz de apreciar aquello que es realmente bueno porque conlleva una dificultad intrínseca el entender o el lograrlo. Es decir, el "Haceabdominales" resulta mucho más cómodo (e inútil) que el ponerte a hacer flexiones, es mucho más fácil leer Eclipse que Romeo y Julieta de Shakespeare y en cuanto a Sálvame, qué queréis que os diga, pero nos mantiene mucho más despiertos que los educativos reportajes de la 2. Pues bien, esta corriente que nos lo pone todo en bandeja también afecta a un arte: música comercial que la llaman! Simple, sin ninguna complicación, con ritmos y melodías que se repiten hasta el infinito y letras chorra que no aportan nada nuevo y dejan completamente frío al oyente. Comida ya masticada que evita que nuestro cerebro se esfuerce lo más mínimo. El otro día hablaba con un amigo de Lady Gaga y éste me decía que menuda artista la tía, que conseguía 5 hits con cada disco que sacaba! Dejadme que os diga, queridos lectores que el hecho de que haya logrado eso, no es por la exquisita calidad de su música, sino por lo poco exigentes que somos: glorificamos lo banal porque lo bueno es demasiado complicado y nos hace pensar demasiado; ella no es más excepcional que cualquier mindundi que tenga pelas y se ponga a fabricar música en serie, por mucho que intente convencernos sobre su genialidad con esos estilismos imposibles. Todos estos artistas de pega nos han dejado literalmente gagá: tragamos mierda por no querer hacer el esfuerzo de cerrar la boca.